La metformina y la diabetes

La metformina y la diabetes

El multimillonario proyecto mundial de combate a la diabetes, una pandemia que está enfermando a importante número de personas en el mundo, y que está escalando como causa de muerte, ha fracasado.
Esto no significa que la diabetes sea una enfermedad irrefrenable, sólo que las estrategias de prevención y combate no han reducido el problema, no lo han entendido a cabalidad, y han ilusionado a la población con soluciones fallidas.
Un estudio reciente en México produjo una cifra alarmante: uno de cada tres pacientes diabéticos no responden al tratamiento de metformina, la primera estrategia de los centros de salud (en México y el mundo) para combatir la diabetes tipo 2, con el fin de evitar los insulino-dependientes.
La dependencia al medicamento y la consecuente reducción en la calidad de vida de millones de personas es fallido en al menos una tercera parte de los casos, entre otras cosas porque la insulina y la glucosa en la sangre no son más que una parte de la ecuación de cómo opera la diabetes.
El sedentarismo, el índice glucémico de los alimentos (no sólo de azúcares simples), la falta de fibra y el consumo adecuado de grasas, son algunos de los factores que el tratamiento médico de la diabetes considera poco.
Y las estrategias holísticas más complejas son mal vistas, o no han sido consideradas suficientemente. La macrobiótica, y la dieta paleo proponen alternativas que podrían prevenir y hasta sanar problemas de diabetes, mucho más allá de llenarse de medicamentos y sustitutos de azúcar.
 

Fructosa, un aspecto polémico del Índice Glucémico

Las tablas de Índice Glucémico y Carga Glucémica fueron diseñadas para establecer la cantidad de glucosa que los alimentos que comemos producen en el cuerpo. De forma somera, el Índice Glucémico provee información importante para quienes desean mantener una dieta de energía estable y saciedad, y para quienes teman el impacto de ciertos alimentos en su control de la diabetes.
Sin embargo, existen razones para desconfiar de estos estudios, y la fructosa en los alimentos es de las más importantes.
Los alimentos procesados ricos en fructosa pero bajos en sacarosa, pueden tener números alentadores en el Índice Glucémico, pero ser devastadores para la salud. La fructosa eleva los triglicéridos, el colesterol malo, aumenta las hormonas relacionadas con el estrés y la resistencia a la insulina, causa sobrepeso y es una toxina para el hígado.
Pero es perfectamente sana mientras se coma con la fibra de la fruta que la contiene, otro aspecto que el Índice Glucémico no toma en cuenta.
Es bueno saber, por ejemplo, que las hojas verdes y las legumbres en la dieta diaria ayudan a controlar el azúcar, pero el conocimiento generado por estos recursos es peligroso cuando preferimos comer una barra proteínica endulzada con fructosa que una zanahoria.